Titulo: Un golpe de altura
Director: Brett Ratner
Intérpretes: Ben Stiller, Eddie Murphy, Matthew Broderick, Téa Leoni, Alan Alda.
Nacionalidad: Estados Unidos
Año de Producción: 2011
Guión: Ted Griffin y Jeff Nathanson
Música: Christopher Beck
Duración: 104 minutos.
Valoración: 5/10
Fue John Katzenbach el que escribió aquello de “Somos un país que venera a sus criminales. Idealizamos sus fechorías y pasamos por alto sus barbaridades, sustituyéndolas por canciones y leyendas. Los forajidos siempre han tenido un cierto encanto”
Esta sentencia puede ilustrar perfectamente la nueva apuesta cinematográfica de Brett Ratner. Un buen elenco de actores respalda un guión que no pasa por ser algo más que correcto. Una película que tiene poco de comedia y mucho de homenaje.
Aprovechando la crisis como elemento principal, el director homenajea a Robin Hood, aquel que robaba a los ricos para dárselo a los pobres según las leyendas. ¿Y qué mejor manera para vengarse de un especulador financiero que robándole su dinero y poniendo fin a sus fraudes? Ben Stiller y su cuadrilla encarnan al Robin Hood del siglo XXI
El actor, que sigue demostrando que es capaz de adaptarse a cualquier tipo de papel (En este caso, el ejecutivo trajeado y eficiente) pero, probablemente, los únicos posos de comedia los ponga su contrapunto, Eddie Murphy, inmenso en su papel de pandillero afroamericano.
Quizá el principal problema de la trama sea el ritmo de la misma. Se nota el trabajo del director en la serie Prison Break. Lo que importa es el golpe, el robo de guante blanco, el momento de coordinación de todo el mundo. Aunque intenten buscar la parte absurda del mismo para crear unas chanzas prefabricadas, ese es el quid de la cuestión. El equipo, el robo, el trabajo hecho. Pero estar la mitad de la película con el mismo, ignorando que en una comedia la acción pasa a un segundo plano para dar más espacio a los personajes.
Por eso, Un golpe de altura tiene el fallo de quedarse a mitad de camino, entre ser una película de acción con golpes de humor satírico o ser una comedia basada en un robo. Esta indefinición hace que el producto final no sea mucho mejor, pese a ser técnicamente correcto y contar con un reparto que, por si mismo, es capaz de mejorar el impacto de la cinta.
Aunque esto no es aplicable a una Téa Leoni que no llega a ser creíble en ningún momento. Hierática, vacilante e inexpresiva, ella pone cara al problema de todo el largometraje: La falta de definición sobre la interpretación que quiere darle a su personaje es la mejor metáfora que se me ocurre para el producto final.