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Título: AVATAR

Director: James “World’s King” Cameron

Reparto: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Michelle Rodriguez, Giovanni Ribisi

Guión: James Cameron

Música: James Horner

Dibujos animados: WETA

Año de estreno: 2009

Duración: 165 minutos

Género: Aventuras, Sci-Fi, Pocahontero.

Salían del cine cariacontecidos. Pandora no existía. El paraíso renderizado por James Cameron no era más que una ilusión, la ilusión que a muchos hizo creer que Avatar era la octava maravilla del mundo, el techo inalcanzable de la tecnología llegada al cine, la demostración de como debía hacerse una película en 3D.

Años de preparación, rodaje y renderización, cámaras de última tecnología, millones y millones invertidos para hacer que Avatar fuera posible. El Rey del Mundo detrás, sus entrevistas eran palabras de un mesías. Pandora sería el futuro del cine, la revolución que algunos ansiaban, un antes y un después en el negocio.

Llevaba mucho tiempo sin hacer una película, concretamente desde el último gran fenómeno suyo, Titanic, hecho que a nivel de ingresos, taquilla y moda volvió a repetirse e incluso superarse. Innumerables nominaciones de la Academia, incluyendo mejor película, director y guión original… Cameron estaba de vuelta claramente. El camionero lo había vuelto a hacer.

En efecto, lo había vuelto a hacer. Dancing with wolves o Pocahontas son historias que todos conocemos. Un guerrero se queda prendado por un mundo y una cultura que no son suyos y termina rebelándose contra su origen para unirse a los indígenas. Es una historia que el cine y la literatura han contado ya varias veces. Pueden ser indios, japoneses o alienígenas. La historia es la misma. La forma de contarlo, también.

¿Qué hace diferente la propuesta del camionero de todas las demás? Costó más dinero, era en 3D y venía precedida por una enorme campaña de marketing y de leyendas úrbanas sobre lo que había conseguido Cameron. Ir al cine aquellos días era como ir a una exposición universal de principios del Siglo XX. Creíamos que veríamos el futuro, que el 3D se adueñaría de todos nosotros y que estábamos ante lo nunca visto, lo nunca observado, lo nunca vivido.

Y ahí, mientras balas pidiendo tu entrada a once euros sientes esa fuerza. Algo grande se esconde tras esas pesadas puertas. Recoges tus gafas para visionar 3D como si fueran un preciado tesoro, el pasaporte hacía el cine con mayúsculas. Además era James Cameron, el tipo que nos lo ha hecho pasar de miedo bastantes veces en el cine con sus excesos y su reinterpretación de las películas de otros o las suyas propias. Él creó Terminator, llenó los depósitos de una central eléctrica para rodar una cinta de ciencia ficción cuyo rodaje fue terrible (The Abbys), reconstruyó el Titanic en una enorme piscina para vender VHS’s a expuertas. Grandes tiempos aquellos. Veías con apenás diez años Terminator 2 y sentías cierto temor porque habías oido que era muy sangrienta y que no era para un mocoso como tú… Pero incluso al mocoso le gustaba. El cine de sudor y cerveza le debe mucho a Cameron, y por lo tanto por muchos Avatar’s que haga, siempre me quedará Terminator 2 y sus excesos.

Lo peor que le pasa al camionero es cuando se le dan ínfulas y se lo cree. Hace Avatar y tiene ganas de ser mucho más de lo que demuestra. Piensa que todos querremos ser pitufos saltarines que se conectan con la naturaleza a través de puertos USB biológicos. Pero no inventa nada a nivel argumental, volvemos a hablar de la tierra, de la conquista del Oeste desde el punto de vista de los perjudicados. Aquí no buscamos oro en Minnesotta, buscamos un mineral muy valioso en Pandora como lo hacía Weyland – Yutani en el planeta LV-426 hasta que unos simpáticos animalitos empezaron a comerse a las expediciones. Bien es cierto que los Na’vi son más pacifistas, más hippies. Les gusta el contacto con la naturaleza, el amor libre y se montan orgías cuando todos se ponen azul fosforito y la tierra blanca como ese producto que nos llega desde Colombia.

Al igual que en Alien, esto es una empresa minera que explota los recursos naturales de otro planeta. O lo que es lo mismo, somos humanos y talamos el Amazonas porque sí. Tenemos un ejército, me llamo Hernán Cortés y quiero todo el oro que tengáis y nosotros podamos conseguir. Porque el oro es valioso, nos gusta y se paga bien en la Metrópoli. Y tengo trabucos, o en este caso robots con cuchillo o unos fusiles para tíos y tías con brazacos apropiados para doblar el acero.

El protagonista es alguien atormentado, un soldado que huye de su penosa vida en la Metrópoli. Te van a cortar la pierna, o eres discapacitado o tienes unos traumas que te hacen pedir Sake a gritos cuando estas lejos de casa. Eres débil, solo buscas una oportunidad para volver a ser persona, para ganar seguridad en tí mismo… Y las sectas indígenas son lugares de lo más propicio para captar a estos deshechos sociales y usarlos contra el enemigo, el mundo exterior a tu comuna. Además es curioso, porque pasan a ser el mejor guerrero en tres meses frente a los comuneros que llevan toda la vida ahí. Rápidamente aprenden el idioma, adoptan las costumbres y creencias de la secta, te das unos golpes en el pecho, y ninguno de los compañeros que nacieron, respiraron y mamaron esa cultura desde pequeños llegarán jamás a ser tan grandes como tú, porque entre otras cosas, el hombre blanco es superior al indio y lo único que necesitaban los indios era un blanco apestado por la sociedad para que ya dentro de una tribu esta pueda vencer a la opresión y el blanco sus fantasmas internos.

Pero no, la película es pacifista, tiene su mensaje ecologista de conservación de la naturaleza y de defensa de los recursos naturales del pueblo que vive sobre ellos. Los indígenas son los buenos, no los blancos que les arrancan la cabeza con su dominio de la espada, aunque son un pueblo incompetente per se y necesiten a un blanco como nuevo líder para triunfar sobre la tiranía.

Recurrir a este modelo tan maniqueo de historia donde sabemos principio, intermedio y fin, no significa que por ello lo que vaya a salir de ahí sea una cinta digna de la hoguera. Bailando con lobos me parece una gran película, y practicamente cuenta lo mismo que este Avatar, que tantas discusiones genera y que tan poco cuenta.

Es cierto que en algunos momentos el diseño de producción de la película está muy bien trabajado. El paraiso ideado por Cameron parece tener vida propia, es en cierto modo original al unir el videoclip Billie Jean de Michael Jackson con Naboo. Como película de animación tampoco está mal, todavía se sigue notando en ocasiones que el bicho azul no es del todo real, pero nos sirve. Como película en general, perdonad que os diga, pero todavía sigo buscando motivos por los cuales justificar el número de nominaciones y algunas categorias en los Oscars.

Obviamente, el guión original, si acaso pudiéramos denominarlo como tal, es un irregular cúmulo de tópicos. Ya he dicho arriba lo que era el argumento. Sus lineas de diálogo, sus ideas tampoco son Shakespeare. Como guión es normalito, por no decir mediocre tirando a malo. Las ideas tampoco son nuevas, se inspira en muchos libros, mucha historia fantástica, mucho Alien y mucho Pocahontas. Nada nuevo bajo el sol. Nave de 2001 donde los obreros de una empresa malvada van crionizados durante el viaje, y que van con sus fusiles a invadir y expoliar el planeta. Y llega nuestro soldadito discapacitado contratado porque su gémelo se había hecho un bicho azul, pero como había muerto, el sería el único capaz de hacerlo vivir. Se infiltra en los nativos, le empieza a gustar su cultura, su forma de actuar y su filosofía y se hace el más Na’vi de todos, por lo que empieza a luchar contra los humanos, gana y se hace Na’vi para la eternidad. Naturalmente, como en estas historias, se lleva a la chica, que aquí consiste en un antropomorfo bicho azul. Claro, que el es otro.

Entonces, con esta historia de amor animal con coitos digitales plug and play, tenemos ya construida la base para que el exmarine Jack Sully decida que la Tierra ni los terrícolas son su hogar. Qué le gusta montarse en dragones y cambiar la política de una civilización con siglos de historia. Que se confunde y cada vez odia más a los humanos que solo quieren las piedras sin importarles cargarse árboles milenarios que vienen a ser como el Servidor del pláneta.

Lo vi, la película es absolutamente hueca. No cuenta nada que no supiéramos, y no lo cuenta en modo alguno mejor que tantas historias similares. Hasta la irregular “El último Samurái” tenía el aliciente del personaje del jefe de los samuráis, icono de la sabiduría japonesa ancestral y que le robaba alegremente la película a un Cruise que buscaba mal un Oscar. Desde entonces no lo ha vuelto a intentar.

Entonces pasemos a valorarla como Blockbuster activando el modo Boyero. Me resulta fatigosa y tediosa. Me aburre lo que veo en pantalla, el director no logra transmitirme nada que me resulte interesante o que no haya visto. Además me viene con está modernez del 3D que lo único que me produce es dolor de cabeza. Me resulta alucinante que esta memez dirigida a hippies e idiotas haya tenido el éxito que ha tenido.Me resulta una película totalmente estéril, sin nada que contarme. Me parece una masturbación mental malévola llena de un artificio vacuo, insultante que me cansa mucho.

Si hablamos de verla en versión extendida, la verdad es que lo que hay no aporta demasiado a lo que ya es de por sí aburrido. La película llega a su cenit y todavía le queda una hora para acabar por lo que el espectador termina sencillamente agotado. Mucha cámara mareante, muchos efectos especiales, muchas explosiones, mucho pájaro volando… El pasarse con los efectos especiales pasa factura. Y aquí James Cameron no tiene ese límite, al igual que Bay se molesta en dejar al espectador aturullado con tanto FX.

Muchos se arriesgarán a decir que la película es un alegato antibelicista y ecologista. Muchos se la creyeron sin reflexionar en el fondo del asunto. La palabra de James Cameron va a misa. Él es el Rey del Mundo, si se ha inventado Pandora habiéndose basado en tantas y tantas ideas previas para hacer este cockteil molotov, él lleva razón. Lo demás da igual. Sólo queremos robots con cuchillos y creer que estamos no se… ante el mayor espectáculo de todos los tiempos… Como si fuera una película nominable al Oscar cuando no pasaría por cualquier cosa medio friki dentro de treinta años como El Cristal Oscuro. Nostalgia falaz y pordiosera…